Quellen | Arturo salía a las 6:00 de casa como todos los lunes. Era un día estupendo, despejado y con las temperaturas más veraniegas que primaverales. Siempre pasaba al lado del kiosko de prensa, que ya había abierto e iba corrriendo a la estación del tren. La estación estaba llena de gente. Trabajadores de camino o de regreso del trabajo, excursionistas con sus mochilas, incluso unos feriantes con los canastos de la compra. El ruido era increíble, como una cacafonía. Se podían oir gritos, risas, incluso un guía turistico que daba explicaciones en una lengua extrañjera.
Acostumbro compraba un billete en la taquilla número 4 y solía esperar paciente la llegada del tren, sentado en un banco.
El tren llegaba habitualmente puntual a las 6.14h. Arturo subía con gran rápidez como muchas veces antes para encontrar un asiento. Qué pena otra vez no podía sentarse. No podía dar crédito a sus ojos. Todos los asientos estaban ocupados y el último ya se lo había quitado delante de sus narices una joven que estaba sonriendo burlona.
Bajaba en la estación Plaza Central como cada lunes. A la salida siempre se contraba con Aracelli, su compañera de trabajo. La alta y morena guapa ya había llegado para darle un paquete de aproximadamente 40x60 cm,envuelto en papel de color rojo en el que decía en letras grandes "Primer Premio y Buen Viaje". Dentro de papel era una maleta impermeable de gran calidad que no pesaba nada, de tono verde metalizado, con ruedas de aluminio.
Dentro de maleta se encontraban un billete de avión con fecha del mismo día, unas gafas de sol, una toalla y algo para leer durante el viaje.
Como siempre, Arturo y Aracelli saludabamos cortos y ya se dirigía hacia la próxima parada de taxis, tomaba lo que estaba llegada a las 7.30h e iba al aeropuerto.
Ahí organizaba los lunes una lotería donde se sorteaba el paquete.
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