Kommentar | Reddinger, yo entiendo lo que quieres decir cuando te refieres a Sócrates y la decadencia de las costumbres entre la juventud y todos esos lamentos de viejos y su relatividad cuando se contempla el asunto con distancia histórica. Pero creo que aquí no se trata de eso. En cuestión de costumbres un libertino se convierte en puritano en dos segundos o un santiamén, y al revés también, eso se ha demostrado demasiadas veces en la historia de la humanidad. Además no me quiero meter en la temática de la historia de las costumbres. Pero si quiero dejar claro que la lengua no es lo mismo que las costumbres o la moral o la rigidez o como le quieras decir a eso. Una lengua no es eterna y los cambios que sufre suceden siempre, en lapsos históricos tanto cortos como largos. La decadencia del latín comienza en el siglo tercero o cuarto de nuestra era, es increíblemente veloz, y la gestación de instrumentos lingüisticos equivalentes como lo son las lenguas romances aptas para el uso demora casi 800 años. Entre el latín tardío y decadente y el español incipiente de Berceo y la corte de Alfonso el Sabio hay más de medio milenio... Medio milenio en el que, claro, la gente seguía hablando, pero con tosquedad, sin refinamiento, sin poder explicar ni expresar las sutilezas de las ideas ni de los sentimientos. Siglos oscuros. De Berceo a Garcilaso, cuando ya el idioma arriba a nuevas cumbres, transcurren otros casi trescientos años. La decadencia es veloz pero la recuperación, la formación de una nueva lengua, muy lenta. Entonces no es lamento de viejos y viejas lo que estamos largando, sino estamos marcando una tendencia decayente que ya es claramene visible, que nadie puede desconocer. La lengua alemana surgió de modestísimos antecedentes medievales hasta llegar a la Kanzleisprache de la corte de Maximilano de Habsburgo en Praga y los esfuerzos de Lutero en su traducción de la Biblia, pero recién fue una lengua al nivel del resto de las grandes europeas a partir del siglo XVIII. Y llegó a insospechadas cumbres muy pronto, a partir de los últimos decenios del Siglo de las Luces, domesticada por Kant y Klopstock y llevada a su esplendor por Goethe, Nietzsche, Thomas Mann y tantos más. Esto del Siglo de Oro (o des dos consecutivos siglos de oro) no es ninguna garantía de persistencia, ni mucho menos de eternidad. La decadencia es cómoda y fácil y esa es la que estamos vivenciando... y claro que no es la culpa de los muchachos de ahora solamente, ellos son parte de las víctimas aunque colaboren con los victimarios. Por ahora las perspectivas son pésímas y dudo mucho si está en nuestro poder salir de los bajíos a los que estamos claramente encaminados.... |
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