Ortografía de la lengua española (2010)
4.2.4.1.5 Tratamientos
Las fórmulas de tratamiento son apelativos empleados para dirigirse o referirse a una persona, bien por mera cortesía, bien en función de su cargo, dignidad, jerarquía o titulación académica: usted, excelencia, majestad, monseñor, licenciado.
Aunque en el pasado se han escrito habitualmente con mayúscula inicial por motivos de respeto (v. § 4.6), práctica que aún pervive en documentos oficiales y textos administrativos, todos ellos son adjetivos o nombres comunes, por lo que no hay razón lingüística para escribirlos con mayúscula. Así pues, deben hoy escribirse con minúscula inicial todos los tratamientos, tanto los que preceden siempre al nombre propio, llamados, por ello, antenombres: don, doña, fray, sor, santo/ta, etc.; como los que pueden utilizarse sin él: usted, señor/ra, doctor/ra, licenciado/da, excelencia, (su) señoría, reverendo/da, vuestra merced, etc. Para aquellas fórmulas honoríficas correspondientes a las más altas dignidades en el tratamiento protocolario (su santidad, su majestad, su excelencia...), la mayúscula inicial es admisible —aunque no obligada— solo si el tratamiento no va seguido del nombre propio de la persona a la que se refiere: La recepción a Su Santidad será en el palacio arzobispal; pero, si se acompaña del nombre propio, es obligada la minúscula: Esperamos la visita de su santidad Benedicto XVI.
La escritura con mayúscula inicial solo es obligatoria en las abreviaturas de los tratamientos, que han quedado fosilizadas en esa forma: D.a, Dra., Fr., Lic., limo., Sr., Sto., Ud., etc.
Naturalmente, cuando la fórmula de tratamiento no funciona como tal, sino que forma parte de un nombre propio o de una expresión denominativa. se escribirá con la mayúscula requerida por este tipo de expresiones: San Cristóbal de las Casas (ciudad de Chiapas, México), Don Benito (localidad de Badajoz, España), San Fermín (festividad de Pamplona, España), Doña Bárbara (título de una novela del escritor venezolano Rómulo Gallegos).