Escobar Hernández, José Carlos: Manual del español coloquial de México: el lenguaje que hablamos todos los días. México: Editorial Trillas, 2002
echar los perros. Coquetear, insinuarse.
echar los ojitos. Igual que "echar los perros": coquetear.
Ensenada desde la memoria de su gente - Página 88
José Alfredo Gómez Estrada, Mario Alberto Magaña
México: Universidad Autónoma de Baja California, 1999
https://books.google.es/books?id=V7BoAAAAMAAJ
Como Ensenada era un pueblito, había que ir arreglado los domingos a algún lugar, y ese lugar era la iglesia, era riguroso asistir a misa. Salían las muchachas y caminaban por la avenida Ruiz, de la calle Juárez al Paseo Hidalgo, y los muchachos caminaban por la acera contraria, pues ahí era la coquetería, donde se echaban los ojitos. Después de los paseos por la Ruiz, al cine —que era la única diversión—, allí se veían los novios, en el Maya. Se veían películas censuradas, francesas, que eran las atrevidas.
Piezas para armar nuestra memoria: (antología), Nora Franco - Página 161
Ediciones La Memoria, Centro Cultural Pablo de la Tórnente Brau, Cuba, La Habana, 2004
https://books.google.es/books?id=474bAQAAIAAJ
... «Nací en el cantón El Sitio, en 1953, y ahí estuve hasta que me casé a los 18 años.» «¿Enamorada?» Le sorprende la pregunta y ella sorprende con una sonrisa transparente: «Sí, enamorada. Antes, las muchachas y los muchachos nos mirábamos cuando los domingos íbamos al mercado de Arcatao. Así era, ni una palabra, sólo miradas. Yo sentí que Raúl me echó los ojitos y me gustaron sus ojitos.» Le encanta recordar ese tiempo. «Cuando un muchacho quería casarse con una muchacha, los padres de él escribían una carta a los padres de ella y el muchacho la entregaba, envuelta en un pañuelo, a la familia de la mujercita. Tuve tres enamorados que me pidieron en matrimonio. A los dos primeros les regresé los pañuelos, así era, así se les decía que no. El tercero fue Raúl y quería casarme con él. Mis padres aceptaron. ...