José Luis Olaizola, Senén, [1986], BibliotecaOnline SL, 2012.
[...] los míos locos y el suramericano le gritaba al árbitro que había sido justicia de Dios. El director técnico, en la caseta, nos dio permiso. Y el argentino, que ya me comió a besos cuando lo del gol, me dijo:
—Esta noche, te estrenas, pibe. [...]
Jorge Fernández Díaz, Mamá, Editorial Sudamericana, 2011.
Nos comió a besos, y se murió de risa al ver que Mary volvía rozagante, verborrágica y ceceosa. Mamá lo abrazó con cuidado, y le hizo dos o tres preguntas de rigor.
Rodrigo Cortés, Los años extraordinarios, Penguin Random House Grupo Editorial España, 2021.
Justine se nos comió a besos a los dos, al niño y a mí, no pidió explicaciones. Dijo adiós al personal del restaurante, cogió al niño de la mano y nos fuimos a casa.
Belibasto, Lloviendo caracoles, Palibrio, 2014, p. 113.
La pareja se comió a besos. Luego se volvió a comer a besos. Se volvieron a comer a besos. Óscar fue el primero en atreverse a decirle un “te quiero”. Ella respondió con un “y yo a ti”, que a Óscar le sonó como música clásica en el Teatro Real.
José Maria Eça de Queirós, El primo Basilio, traducción de Ramón del Valle-lnclán, Sipan Barcelona Network S.L., 2017.
—Sin falta. Al día siguiente fueron puntuales. Basilio la esperó en la escalera y apenas se vieron, se comieron a besos.
José Acosta, Los derrotados huyen a París, Editora Nacional, [2018], 2020.
Cuando aceptó, la mujer se lanzó sobre él y se lo comió a besos.
Mikel Alvira Palacios, En la tierra de los nombres propios, Ttarttalo, S.L., 2013.
Soledad lo comió a besos. También Julia. Las dos se quedarían en Arripenea después de ver a sus hombres marchar al trabajo como si marcharan a la guerra.
Óscar Rojo, El puente de los tesoros, Sipan Barcelona Network S.L., 2017.
Le dio un abrazo que casi le cortó la respiración y luego se la comió a besos.