«El exilio interior: la vida de María Moliner», Inmaculada de la Fuente, Turner, 2011
https://books.google.de/books?id=mJEQlVfd4A8C
Fueron "años fáciles", evoca Elvira Ontañón, para algunos de estos adolescentes que encontraron en el paréntesis bélico unas vacaciones prolongadas. Una paradoja, mientras los padres vivían horas comprometidas o veían el porvenir sombrío. María Moliner, a pesar de la duplicidad de obligaciones, no se libró de hacer colas o de buscar víveres para su familia en las etapas de desabastecimiento. Los vecinos la conocían como "la chica del jersey verde" porque la habían visto vestida así en una de las colas para proveerse de alimentos en la que Moliner propuso que se numeraran para guardar la vez sin necesidad de permanecer allí hasta que les tocara. Ella misma llevaba los números, que sus hijos mayores habían estampado antes: los repartía, la gente se iba a dormir y al día siguiente cada cual iba con su número y respetaba el turno. Posteriormente, con motivo del expediente de depuración, un funcionario declaró a su favor argumentando algo aparentemente nimio pero efectivo: no debía de ser militante de ningún partido o sindicato cuando tenía que arreglárselas como cualquiera para alimentar a sus hijos. Si hubiera estado afiliada a algún comité u organización sindical, habría podido disponer de víveres con más facilidad.
«Pavarotti», Roger Alier, Ediciones Robinbook, 2006
https://books.google.de/books?id=rP8ozj4VLDsC
Hoy, 16 de mayo, a las doce y media de la mañana salgo como un rayo del despacho y me dirijo en metro a la Place de l'Opéra. Pavarotti estrena esta noche Lui bohème y yo quiero ir a verlo dentro de 15 días. Por esto tengo que conseguir las entradas mañana.
Yendo deprisa tardo media hora. Al lado izquierdo de la fachada principal del Palais Garnier encuentro una cara conocida. He tenido razón. Había que llegar pronto. La cara conocida me mira y me pregunta, sin más ni más, si he venido a hacer cola para mañana. Le digo que sí. iMe da un número. Soy el número cinco. El tiene el número uno y me dice que se acuerda de mí, de otro día. Dos señoras que lo acompañan, instaladas como él en los cincuenta años de edad, son los números 2 y 3. Un muchacho de unos veinte años es el número 4. Y yo soy el 5.
Y empezamos a hablar y a quejarnos. Esto de ir a la ópera se está poniendo cada vez más difícil. ¡Hay que venir 24 horas antes! (Las taquillas abrirán mañana por la mañana a las once.) De hecho, nos quejamos de nosotros mismos, en realidad. Y cada uno se pone a explicar su propia historia. «Yo he pedido un día de fiesta»; «yo estoy de vacaciones». Y yo les digo que trabajo por la tarde, y que si no les importaría guardarme la vez, y que volveré hacia las cinco y media.
«¡Qué maleducado!: Guía de buenas maneras para adolescentes que quieren llegar lejos y salir con éxito de situaciones comprometidas», Alex J. Packer, Palabra, 2003
https://books.google.de/books?id=9FRxkX1iU0MC
La parte gris de hacer cola está en el guardarse la vez. Si cinco personas guardan la vez a otra que está aparcando el coche, eso está bien. Pero si una persona deja que se metan cinco, uno de esos cinco admite a más gente, y luego uno de esos... ¿Te haces una idea? De repente eres el 30 en vez del 10.
Con la esperanza de eliminar discusiones en las colas, se pueden seguir las siguientes proporciones para guardar la vez a otros: ...
eldiariomontanes.es
Oficina del D.N.I. de Torrelavega
7 OPINIONES
• AMPARO PEREZ-RASILLA MARTINEZ | Viernes, 18/01/2008 | 15:03
Seguramente si lo llevasen empresas privadas aunque fuese la gestión, otro gallo cantaría, puesto que yo personalmente, tuve que hacer el DNI para mi hija de 4 años, y menos mal que tenía un familiar cercano que pudo estar a las 5 de la mañana para hacer cola y guardarme la vez para yo poder llegar sobre las 8:30 de la mañana con mi hija y a las 9 poder coger el nº que ya me tocó para ir por la tarde.
http://servicios.eldiariomontanes.es/tu-notic...