Varios autores, Vloggers now! 2, Underbrain Books, 16 dic 2014.
Hay que dejar de usar butano en casa y empezar a usar gas natural o, simplemente, comprar más mantas.
Puede que parezca una tontería, pero no podéis negarme que cada vez que viene el butanero con su traje naranja, sudoroso, con la botella de butano cargada sobre la espalda y nos suelta la melódica frase de «¿Dónde quieres que te la meta?» se nos hace difícil no malpensar.
Encima la mayoría de veces respondemos maravillas como «Métemela en la cocina».
El pobre butanero quizá no se dé cuenta pero tú, malpensado/a de la vida, le estás insinuando que te empotre contra la encimera y te dé mandanga de la buena.
NOTA: Si quien dice «Métemela en la cocina» es tu madre/abuela no te preocupes, su nivel de malpensar debería estar casi inhibido; les disminuye con el cambio de hormonas en la menopausia.
Varios autores, Venus, antología romántica adulta 2016, Nowevolution Editorial, 2016.
... Cruzo la puerta y casi me choco con Javi, el novio de Fran; fijo que le ha chivado que hoy sería el encargado de la cafetería. Le doy un beso en la mejilla y le pido que vigile al petardo, y él asiente con una sonrisa. Javi es más responsable e inteligente que Fran, también atento, cariñoso, romántico. Y guapo. Vamos, un morenazo de ojos verdes en toda regla. Ay, si no fuera gay le haría un buen favor, o tres, o siete...
—¿Dónde vas? —me pregunta.
—A la presentación de un libro —le respondo.
—¡Se va porque quiere mandanga de la buena con el escritor! —grita Fran desde la barra.
Le enseño un «pin», gesto obsceno que repito con el dedo corazón de mi mano izquierda. Javi se ríe; sabe que Fran es así de cansino.
Juan Manuel Caro Mateo, ¿Taxi? No, gracias, Punto Rojo Libros, 2015.
En el otro lado está el sexo masculino.
He llevado a hombres de más de ochenta años que se sienten unos inútiles cuando por sus condiciones físicas no les renuevan el carnet de conducir, incluso alguno me ha explicado que después de no mover el coche durante meses habían llamado al mecánico para que les cambiase la batería. La próxima vez que baje a ponerlo en marcha tampoco arrancará, se habrá descargado otra vez, y ellos lo saben pero es más fuerte el sentimiento de posesión que asumieron ya cuando eran niños. Mio, es mío. No quieren pasar por el trago de encontrarse con algún vecino en el ascensor y tener que confesar que ya no tiene coche, que va, mejor mentir. O en la próxima reunión familiar se darían cuenta ya que es un viejo que no puede conducir y tampoco le da mandanga de la buena a la abuela, sus vidas están llenas de limitaciones, ya mismo les tienen que cambiar los pañales. Nada, dirán que tiene encargado otro coche más pequeño y más práctico para aparcar. Seguirán pagando parking, seguro, impuestos y planchista. ¡La columna del aparcamiento antes no estaba ahí! Sus mujeres les dejan sufrir con el coche así están distraídos y a ellas no les prestan atención, todo son ventajas. Ya podemos correr los hombres que nunca llegaremos al potencial intelectual de una mujer.
Cristina Rodríguez Trueba, ¿Confías en mí? Penguin Random House Grupo Editorial España, 2018.
Encontre el piso perfecto, lleno de luz natural; muy loft. Mi ex (olvidé voluntariamente su nombre y no quiero recordarlo) no había visto ninguna de las anteriores opciones, yo pensaba que la razón era su estresante vida laborar. El bufete le tenía atrapado, en ocasiones hasta altas horas de la noche, ¡y una mierda! No se me ocurrió nunca hacer una comprobación pero seguro que estaba por ahí dando rienda suelta a sus fantasías sexuales. A saber en qué cuevas mugrientas llegó a meter su «herramienta». Y lo que realmente hacía era asegurarse de que no quedase nada, ningún olor ni marca que pudiera delatar que había tenido mandanga con otra.
