Context/ examples | OPINION El oficio mudo
OSCAR LANDI. Politólogo y ensayista. Pasa en la Argentina desde hace tiempo, pero en el año que se cierra adquirió un tono particular: la palabra pública está en plena devaluación. No tiene la culpa la primacía del torrente de imágenes de la cultura de esta época. Es algo que pasa con los usos del lenguaje: hay que dirigir la mirada más bien a la acción de los que hablan, a la sociedad misma.
Desde una perspectiva complaciente con la noción de posmodernidad, Gilles Lipovevsky dice que la edad moderna estaba obsesionada por la producción y la Revolución, mientras que la posmoderna lo está por la información y la expresión. En ella todos somos comunicadores, se produce una democratización sin precedentes de la palabra, una plétora de espectáculos, exposiciones, entrevistas, el despliegue de la telefonía celular. Pero cuanto mayor es la cantidad de medios de comunicación, menos cosas se tienen por decir, cuanto más se solicita la subjetividad, más anónimo y vacío es el efecto. Se produce una primacía del acto de la comunicación por sobre la naturaleza de lo comunicado. Indiferencia de los contenidos, reabsorción lúdica del sentido, comunicación sin objetivo ni públicos. El emisor se convierte en su principal receptor. El placer narcisista de expresarse para nada sería una punta del ovillo cultural del fenómeno de la devaluación de la palabra en el presente. Pero es inevitable buscar también en la política otras razones de tal vaciamiento. No sólo por el lado del obvio desgaste que produce la mentira o la promesa incumplida, sino más bien por el lado del descubrimiento de los límites de los discursos frente a una realidad que ofrece las duras determinaciones mudas del capitalismo global. ¿Cuál es el criterio de verdad mayor de la palabra política? ¿Es una realidad virtual con status de probable? ¿Son situaciones de hecho siempre remendable con futuras palabras? El pragmatismo asciende como valor político en medio de la crisis. El idioma de la política económica gubernamental se manejó en el 2000 más que con palabras con un repertorio reducido de señales cuyos principales destinatarios eran los capitales y organismos financieros internacionales. Cuando esta mímica hacia el exterior se instala en el centro del discurso político, culmina su colonización por parte del lenguaje de la economía y queda casi sin palabras propias.
A la pobreza social se agrega entonces una pobreza de sentido de la vida colectiva. En el extremo de esta degradación está simplemente la mentira que deambula por una parte de la clase política: ya no el vaciamiento sino la "corrupción de las palabras", como diría el personaje de Shakespeare. La política económica tiene un límite temporal: su jugada mayor apuesta a la respuesta de oídos externos, que pueden o no estar interesados en la seducción del país con sus liftings blindados. Frente a los impases y tiempos propios del juego entre las medidas económicas y las respuestas de los actores del mercado, la recreación de la palabra política es la que puede dar continuidad a la acción de un gobierno. No se trata de mejorar la "propaganda política" del gobierno, sino de las palabras y los hechos que resuenen positivamente en el alma del pueblo que vive más que nadie el "riesgo país" de la desocupación y la pobreza extrema.
La molestia por la devaluación de la palabra en la sociedad actual expresa en el fondo una demanda de sentido, en medio de la caída de los puntos de referencia colectivos, empezando por el retiro del Estado, no sólo como agente de la economía, sino también como la institución en relación a la cual las diferentes generaciones adquieren su identidad social y nacional. Hablo de una sociedad en la que el cálculo individualista de las personas en el mercado se viene imponiendo de un modo desolado a la construcción de lazos comunitarios. Siempre hay algo de insatisfactorio con el lenguaje porque no es un simple instrumento a nuestro servicio, sino el material dentro del que nos constituimos como personas, lo que nos sobrepasa, lo que muestra nuestra finitud. El tema de la devaluación de la palabra en la Argentina contemporánea remite a otra orfandad. No se trata de que faltan palabras, sino de que la política se enriquezca de voces, suelte alguna frase significativa en medio del ruido vacío, que emocione, que abra rumbos colectivos y defina horizontes de país.
Copyright 1996-2008 Clarín.com - All rights reserved Directora Ernestina Herrera de Noble | Normas de confidencialidad y privacidad -------------------------------------------------------
lunes, septiembre 04, 2006 oficio mudo
III oficio mudo a jorge boccanera laura yasán y álgebra y fuego
oficio mudo
La poesía huye del centro del abismo corre sangre tinta marcas que lastiman la piel es un oficio mudo gritar palabras que nadie comprende olvidarme los colores de tu boca apagar los huesos hasta que mis manos dejen de temblar ni el olvido se consigue durmiendo se detiene dentro de un círculo azul dejo de girar a tu alrededor dejo de perderme y es en el lenguaje donde respiro todavía la vida es una larga cadena de errores de cuentas sin pagar pronuncio ritualmente cada palabra me encierro en la escritura nado en ella con los ojos al revés ruidos adentro y este no poder despegar la sangre o la piel cada espacio de silencio o calor triste como este cansancio seco de no saber dónde el hilo termina de romperse Publicado por mar en 11:14 AM
----------------------------
Domingo 21 de marzo de 2004 Noticias | Archivo | Domingo 21 de marzo de 2004 | Revista | Nota
Historias de vida
Ser mucama: el oficio mudo
Son más de 750.000 en la Argentina. Ganan 5 pesos por hora, o 500 pesos por mes si trabajan con cama adentro. De ellas dependen familias enteras, pero pocas veces hablan acerca de lo que hacen. Aquí, sus testimonios......
|
---|